El Real Betis, gracias a su goleada por 3-0
ante un buen Alcorcón, vuelve a Primera división por la puerta grande, como campeón y a falta de dos jornadas para que concluya la competición, y para ello fue invitado de honor el equipo madrileño, que plantó cara pero no pudo con la efectividad verdiblanca.
La formación sevillana, sabedora de que los resultados del Girona y el Sporting, sus perseguidores para el ascenso directo, no le habían favorecido, saltó al campo con la misión de ganar, lo único que le valía para ser este domingo equipo de Primera.
El Betis salió con mucho ímpetu sobre la portería visitante alentado por una afición entregada que abarrotó el Benito Villamarín para vivir la pretendida fiesta. Frente a los verdiblancos se presentó un rival, el que dirige José Bordalás, que llegó a la capital andaluza con 52 puntos, la permanencia asegurada e incluso con remotas opciones de ser aún sexto y disputar la fase de ascenso.
El equipo madrileño, que acumulaba siete partidos sin perder, aunque cinco de ellos habían sido empates, jugó sin presión y bien armado en la defensa, uno de sus puntos fuertes, y por momentos aprovechó la precipitación de los locales en su intento de marcar pronto.
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